El trabajo en equipo suele seguir un patrón cíclico en el que se repiten varias veces los siguientes pasos:
Identificación del problema. Se lee detenidamente la información y analiza su contenido. No se pretende resolver todavía el problema sino analizar lo que se necesita, por qué, qué recursos hacen falta, etc. Esta fase se puede hacer individualmente o en grupo.
Exploración del conocimiento previo. Antes de lanzarse a la resolución del problema se debe repasar los conocimientos similares de los que dispone el grupo. Es muy importante que todos los miembros del grupo participen en esta fase. Se deben comentar los puntos en los que una persona puede aportar su conocimiento, aquello que le es afín, está familiarizado, etc.
Generación de una propuesta. A partir de las opiniones del grupo se consensúa un plan de trabajo. En él se deben tratar ya aspectos detallados de su posible solución, sin quedarse en un nivel superficial.
Identificar las acciones necesarias y reparto de tareas. Este es uno de los pasos más importantes. Estas acciones posiblemente necesitan consultar fuentes de información, hablar con el tutor, clarificar aspectos del problema, etc. Como consecuencia se obtiene un reparto de tareas que cada miembro del equipo ha de hacer a título individual.
Trabajo personal. Se realiza al margen del grupo y puede requerir algún tipo de interacción puntual para clarificar dudas, aunque hay que intentar que esto se consiga totalmente en el punto anterior.
Puesta en común e integración del trabajo individual. Reunión del grupo para comentar las soluciones individuales con el resto de miembros, modificarlas si es preciso, e integrarlas en el proyecto común.
Una vez terminados estos pasos, se puede aprovechar la misma reunión de grupo para comenzar de nuevo el ciclo (siguiente problema a resolver, exploración del conocimiento previo, etc.)
Estos pasos no es necesario que los sigas al pie de la letra, son una sugerencia a seguir si ves que tu equipo no avanza de la forma que debiera.