Tu incapacidad de permitir que tanto el jeta como el manta fallen o sufran y como consecuencia aprendan de sus errores.
Tu excesiva devoción por el ideal del “bien del equipo” sin darse cuenta de que esto puede dar pie a que otros se aprovechen de ti. A veces muestras (e incluso estás orgulloso de) un sentimiento de lealtad irracional.
Te gusta agradar a los demás, incluso a expensas de tu propia felicidad.
Siempre crees que puedes hacer las cosas mejor, y nunca es suficiente (eres un perfeccionista).
Tu tendencia a interpretar la menor contribución del jeta o el manta como “importante”.
Estás dispuesto a hacer sacrificios personales para no “abandonar” a un jeta miembro de tu equipo, sin darte cuenta que estás devaluándote en el proceso.
Martirio a largo plazo. Nadie soportaría esto, pero tú si.
La habilidad para cooperar, pero no para delegar.
La tendencia a sentirte responsable de los otros a costa de ser responsable de ti mismo.